“Allá en el Norte”: Entrelazamientos literarios femeninos – Tresspassing the Limits en «LatinaCanadá».

1. Introducción. Transgresiones literarias y el discurso de las Américas en «LatinoCanadá»

A partir de la década de 1980 surge en Canadá una producción cultural «americana» en diversos idiomas. La heterogeneidad de las representaciones de realidades canadienses favorece, en el campo de tensiones de las posiciones de enunciación de lo anglófono y lo francófono, la constitución y ampliación de las producciones culturales de los y las migrantes (ver Nepveu, Pierre. L’écologie du réel: Mort et naissance de la littérature québécoise contemporaine, Montréal, Boréal, 1988). En este contexto, los textos de las «latinas» hispanohablantes van a desarrollar nuevas perspectivas sobre las dinámicas sociales y van a transformar tanto las representaciones (multi-)culturales canadienses como las concepciones de los vínculos y de las delimitaciones continentales de/entre los hemisferios norte- y suramericanos. [1]

Sobre este fondo me interesa mostrar en el presente trabajo, las formas en que la figura del «traspasar los límites» se despliega y diversifica en múltiples direcciones y cómo ésta influye y participa en la producción de un complejo «discurso de las Américas». [2] Tal «discurso de las Américas» se origina aquí sobre todo a través de la construcción de vínculos entre una Norteamérica canadiense y multilingüe y una América Latina igualmente multilingüe. Para las autoras «latinas», el «discurso de las Américas» funciona estratégicamente como forma de consolidación de sus posiciones de enunciación dentro de Canadá, especialmente frente a aquellas otras posiciones de enunciación migrantes que no son americanas y que, por lo tanto, no logran argumentar en el sentido de una «legitimación continental-hemisférica». [3] En el presente trabajo comprendo el «discurso de las Américas» como un discurso que es producido sobre las dinámicas transculturales, traslacionales y migratorias que van a ser negociadas en los textos literarios de autoras «latinas» en Canadá.

Tomando como ejemplo la colección de relatos and a body to remember with de la autora chilena-canadiense Carmen Rodríguez planteo cómo estos relatos entrelazan a partir de la figura del «traspasar los límites» las dinámicas antes mencionadas. El libro fue publicado en 1997 en Vancouver (Arsenal Pulp Press) y el mismo año apareció en Santiago de Chile (Editorial Los Andes) bajo el título De cuerpo entero; ambas publicaciones fueron galardonadas en 1998 con premios literarios de las ciudades de Vancouver y Santiago. Los cuentos, a veces breves, a veces fragmentarios, tematizan desde la perspectiva de sus protagonistas, diversas experiencias y situaciones de violencia y de huída como consecuencia de la dictadura militar chilena. A la vez también hacen referencia a los desplazamientos de estas figuras por diversos países latinoamericanos, pero sobre todo van a tematizar la llegada a Canadá y la vida cotidiana en este lugar.

En primer lugar me interesa establecer una comparación entre ambas ediciones, lo cual hace explícito el vínculo entre los niveles de lo discursivo y lo textual. La edición canadiense y la edición chilena se diferencian en forma evidente, entre otros aspectos, por el orden en que están dispuestos los cuentos y por el diseño de sus cubiertas. Asimismo, algunos de los títulos de las historias difieren entre sí. En un segundo momento, me dedico a analizar el cuento “trespass”, cuyo título en español es “El último encuentro”. En este cuento, la figura del «traspasar los límites» resultará de central importancia, a pesar de que en ambos textos va a ser negociada de forma diferente.

2. and a body to remember with y De cuerpo entero: construcciones espacio-temporales de los hemisferios americanos

Mediante el análisis de ambas ediciones indago en las diversas formaciones inter- e intratextuales presentes. En este caso me refiero a la relación de colaboración que surge entre intertextualidad y discurso, en la cual se origina “una textura densa entre diversas discursividades y relaciones intertextuales” (Ette, Ottmar. «Dimensiones de la obra: iconotextualidad, fonotextualidad, intermedialidad», Culturas del Río de la Plata (1973-1995): Transgresión e intercambio, Frankfurt/M., Vervuert, 1995, 13-35, 15). [4] Adicionalmente retomo algunas de las diferenciaciones desarrolladas por Gérard Genette que se refieren a la transtextualidad, puesto que permiten comprender la continuidad de la textualidad de un libro. Parto así de que la cubierta, los prólogos y epílogos, los agradecimientos y epígrafes pertenecen a la textualidad de un libro. [5]

En este sentido, los diversos textos contenidos en las contratapas de las dos ediciones van a resultar relevantes para las correspondientes ubicaciones de los cuentos de Carmen Rodríguez en ambos países. Así, en Canadá, se hablará de “deeply moving stories […] based on her life as a political exile in Canada”, las cuales son puestas en relación inmediata con el tema de las fronteras (y de los límites) en el continente americano: un ejemplo es el texto de la contratapa escrito por el autor argentino-canadiense Guillermo Verdecchia: “These stories of displacement, struggle, family, and community […] provide new contours in the map of the Chile-Canada border.” Por su parte, en Chile, Rodríguez y sus cuentos son vinculados a la temática (latinoamericana) de la memoria y son ubicadas dentro de una amplia y gran tradición literaria latinoamericana: “El olvido está lleno de memoria”, dice Benedetti […]. Marcados por el exilio, los cuentos son una apuesta en favor de la memoria, un desafío al olvido […].” [6] Las diversas connotaciones de la incorporación de los mismos cuentos en contextos diferentes -por un lado el canadiense, por otro lado el chileno-, evidencia su complementariedad en varios niveles: por medio de los textos de las contraportadas, así como por la disposición y la estructuración de los textos al interior de los libros. En otras palabras, se trata de un engranaje relevante para ambas y cada una de las ediciones, en donde el orden de los cuentos es significativo para la producción de discursos entrelazados sobre las Américas.

Mientras que el marco espacio-temporal de la edición de Vancouver se compone de dos historias que inician en la década de 1970 en Canadá (“black hole”) y terminan en el Chile de los años setentas (“a balanced diet”), en la edición chilena la primera narración (“Una dieta balanceada”) y la última (“Rompiendo el hielo”) tensan un marco que inicia en el Santiago de los años noventa y termina en el Vancouver de esos mismos años. [7] La edición canadiense emprende el viaje de Canadá hacia Chile y enfatiza la dimensión de un pasado común y compartido. La edición chilena por el contrario realiza el movimiento inverso, de Chile hacia Canadá, y subraya la dimensión contemporánea del vínculo entre ambos lugares. En Canadá, la cubierta del libro (énfasis en el exilio actual) y su contenido (evocación de un pasado canadiense-chileno) constituyen un contrapunteo con la publicación en Chile, donde dicho proceso se presenta al revés: la cubierta enfatiza la memoria de un pasado y el contenido acentúa las dinámicas de un presente canadiense-chileno.

La primera narración de la edición de Vancouver, “black hole / Agujero negro” cuenta la llegada de una familia chilena a su exilio canadiense después del golpe militar. En un primer momento, el “agujero negro” reemplaza a Canadá, es decir, ocupa su lugar debido a la ausencia de imágenes y concepciones con que los chilenos, obligados a huir, pudiesen llenar esa palabra: “A miniature Santiago disappeared beneath the clouds while the hole called Canada began to take possession of Estela de Ramírez’s stomach, chest, throat, head, ears, and mouth” (21). En la edición española se lee: “Abajo quedaba un Santiago en miniatura mientras el agujero llamado Canadá iba tomando posesión del estómago, el pecho, la garganta, la cabeza, la boca y los oídos de la Estela de Ramírez” (50). [8] Conforme avanza la historia, los agujeros negros denotan en los sueños y pensamientos de la protagonista (la madre de familia Estela de Ramírez) sus crecientes depresiones hasta que finalmente todo su cuerpo, su ser, su(s) habla(s) y su(s) lengua(s) no son más que agujeros negros. Contrario a sus hijas, que asisten regularmente a la escuela, y a su esposo, quien trabaja fuera de la casa, la protagonista no tiene vínculos con la «esfera pública» de la sociedad canadiense. La historia relata la grave situación de los latinos a inicios de la década de 1970 en Canadá, momento en el cual apenas existían redes de apoyo para los exiliados, refugiados y migrantes. Asimismo, abre la edición canadiense con una mirada retrospectiva. En la edición chilena, el cuento va a ocupar el quinto lugar en la disposición de las historias que componen la colección, solamente después de que ya se ha acentuado la necesidad de un debate crítico con el pasado y el presente chilenos.

El cuento “a balanced diet: laughing and crying at the house in the air / Una dieta balanceada: Risas y llanto en la casa en el aire”, que aparece como último en la edición canadiense, trata del reencuentro de dos amigas chilenas en el Santiago de los noventa, luego de que después del golpe militar y del exilio de una de ellas, ambas permanecieran separadas más de veinte años sin haber mantenido contacto entre sí. Esta historia no solamente inspiró el título de la colección de cuentos en español, sino que es el relato que abre la edición chilena y que, como ya he mencionado, cierra la edición canadiense. Laura escribe sus cartas desde Canadá a Mireya quien permaneció en Chile, allí le cuenta sobre los primeros años del exilio y sobre la construcción de un movimiento de solidaridad con Chile: “I do have a mind and a body to remember with. Forgetting is not an option” (159). En la edición española se lee: “Tengo una mente y un cuerpo entero con los cuales recordar. El olvido no es una opción” (23). Los títulos and a body to remember with y De cuerpo entero surgen de una compleja construcción espacio-temporal dentro de la narración: el público lector se ubica espacialmente tanto en Canadá como en Chile gracias al intercambio epistolar, temporalmente se va a ubicar tanto en el presente como en el pasado (el Chile del presente y el Chile del golpe). De esta forma se da también un momento de constante traspaso de los límites. Al inicio del cuento y de la edición chilena, el público lector va a ser trasladado al Chile contemporáneo (el de los noventas) y al finalizar el cuento y la edición canadiense éste será trasladado, por medio de las memorias de las protagonistas, al Santiago inmediatamente posterior al golpe (a inicios de los setentas). [9]

“Rompiendo el hielo / breaking the ice”, cuento que cierra la edición chilena, describe el encuentro de tres mujeres migrantes en una pista de patinaje sobre hielo en donde esperan, temprano por la mañana, el entrenamiento de hockey sobre hielo de sus hijos y nietos. [10] Las tres mujeres, cuyos idiomas -italiano, portugués (de las Azores) y español/castellano (de Chile)- las ubican como pertenecientes a un conjunto mayor de pueblos de lenguas romances en un contexto poscolonial, muestran en forma implícita un fomento del diálogo transcultural en una Canadá anglófona. Ellas construyen a la vez, a pesar de sus grandes diferencias de clase, de educación y de orientación política, una relación de apoyo recíproco. Cabe mencionar aquí que en la Canadá de la década de los noventa van a ser valoradas positivamente las experiencias de migración de mujeres, en su mayoría madres solteras, especialmente con miras a la posibilidad de construir redes de solidaridad más allá de las estructuras familiares jerárquicas y estáticas.

El suelo helado y resbaloso de la pista se presenta como metáfora de las difíciles condiciones de las migrantes en Canadá, mientras que el entrenamiento de hockey sobre hielo en la misma pista denota la movilidad de los hijos y nietos canadienses de estas mujeres. Así, la actividad de “romper el hielo” presente en el título muestra que las mujeres desean mejorar sus situaciones. Cuando Rosa llega a tener problemas con su hija adolescente y cae enferma, son la signora Carmella y Silvia quienes acuden en su ayuda:

“We leave (the) Britannia (ice rink) with the boys, their cheeks burning after an hour of sliding, skidding, slipping, falling, hitting and not hitting the puck with a stick, all of this on a surface made of ice. How strange life is! Signora Carmella and I are shivering, swimming in the cold fog. Uprising Breads Bakery, around the corner, is open. I go in and get a few buns, still hot from the oven, to take to Rosa’s. For sure they’re not going to be even close to hers, but this time there are more important things to worry about, at seven on a Wednesday morning in November in the east end of Vancouver” (Rodríguez; 1997: 118).

En la edición chilena se lee:

“Salimos del Britannia con los niños colorados de calor después de una hora de deslizarse, resbalarse, caerse, levantarse, pegarle al tejo con el palo, no pegarle, y todo esto sobre una superficie de hielo. ¡Qué rara es la vida! Mientras tanto la signora Carmella y yo no podemos dejar de tiritar, nadando en la neblina helada. La panadería Uprising, a la vuelta, ya está abierta y entro a comprar unos pancitos recién salidos del horno para llevar a la casa de Rosa. Seguro que no le van a llegar ni a los talones a los que hace ella, pero esta vez hay cosas más importantes de qué preocuparse a las siete de la mañana, un miércoles, en noviembre, en el barrio Este de Vancouver” (Rodríguez; 1997: 136-137).

Esta secuencia final en la edición chilena deja que las tres protagonistas afronten juntas las condiciones adversas y heladas de Canadá. Transmite con ello el empeño de las mujeres y vehicula una imagen positiva y activa de las migrantes en el Canadá de los años noventa.

Ambas ediciones toman su lugar de publicación como punto de partida y consecuentemente se desplazan hacia el otro hemisferio de las Américas. Este vínculo espacial se ve complementado por el eje temporal. En Canadá es actualizado a través de la producción textual de ambas ediciones, la escrita en inglés y la escrita en español. La historia reciente y común que es evocada fortalece así la relación entre el pasado y el presente del Norte y el Sur del continente americano. En Chile, el enfrentamiento crítico así como la recuperación del pasado reciente y común de las Américas, en sentido positivo como negativo, está presente en las esferas de lo social, lo político y lo medial, algo que será evocado por medio del presente común y entrelazado que establece una continuidad en la colección de cuentos. [11]

A raíz de este movimiento oscilatorio espacio-temporal y textual entre los hemisferios americanos, no parece apropiado pensar en transcursos dicotómicos entre un ir y un venir o en categorías estáticas opuestas como las de patria y exilio. Aquí, el término «migración» señala particularmente un movimiento en diversos planos que se verá consumado en los textos. Parte importante de la metafórica del movimiento debe ser concebida con una terminología que incluya figuras como las de la transgresión y la vinculación, las cuales confluyen y se entrelazan.

En este mismo sentido, categorías como las de «original» y «traducción» deben ser igualmente repensadas, tal y como lo propone la misma autora en el prólogo a la edición canadiense:

“[…] I had embarked on something that could no longer be called ,translation’. As I looked for the best English words and constructions to do justice to the initial Spanish text, new associations and feelings came to mind. As a consequence, the English versions departed from the original and developed into something quite different. Then I realized that I would have to ,translate’ the new version back into Spanish. But again, as I did that, new words made their way into the manuscript. Back and forth I went, many times, until I felt that both tips of my tongue and my two sets of ears were satisfied with the final product” (Rodríguez; 1997: 13-14).

En la edición chilena falta el prólogo así como el cuento “accented living”. El tema del multilingüismo aparece así más enfatizado en la edición canadiense.

En el ámbito de la traslación se da también un movimiento oscilatorio entre las diversas lenguas. La dimensión traslacional se amplía hacia el nivel de la traducción cultural durante la producción de los textos, en donde se trata de representaciones de lo propio y de lo ajeno. Esto lo confirma la autora en el prólogo a la edición canadiense cuando escribe: “[…] what I had to tell was not only in the content of the stories themselves, but also in the process of their bilingual, bicultural creation” (14). Más aún se trata también del lenguaje en un sentido performativo, esto es, el lenguaje como praxis de negociaciones identitarias. [12] La dimensión transcultural de los textos se encuentra en este nivel íntimamente ligada a las dimensiones de lo migratorio y lo traslacional. Considero que aquellas representaciones textuales y estrategias que ubico bajo los términos de la migración y de la traslación pueden llegar a conformar juntas una praxis de la transculturalidad.

La transculturalidad debe ser comprendida como una entrada analítica. Con ello me refiero a una definición que proviene de las investigaciones sobre procesos literarios y culturales en el y del Caribe, las cuales hacen referencia a las conceptualizaciones de Homi Bhabha (The Location of Culture, London, New York, Routledge, 1994) sobre el «tercer espacio» (Third Space), el intersticio más allá de las oposiciones binarias de lo propio y lo ajeno, así como a la teoría de la errancia (errante) elaborada por édouard Glissant (Poétique de la relation, Paris, Gallimard, 1990), es decir, del continuo proceso del movimiento y de transformación que se da más allá de la dicotomía patria/exilio. [13] La perspectiva de la transculturalidad se halla aquí entrelazada a una forma de lectura crítica de los diversos discursos de las Américas, cuyo interés reside en articular procesos y dinámicas que logren minar las adscripciones impuestas por parte de las así llamadas «diferencias culturales». [14] En primer plano se hallan, siempre tomando en cuenta las implicaciones de las relaciones de poder asimétricas, los procesos simultáneos, intrincados, conflictivos y violentos de las «mezclas» en las Américas. Términos como los de hibridez y mestizaje comprenden un punto clave del imaginario de las mezclas e implican una pre-existencia de elementos no combinados anteriormente, los cuales sólo llegan a amalgamarse en el Nuevo Mundo. «Transcultura» y «traslación», por su parte, intentan tomar en cuenta la procesualidad de manera más enfática. Otros términos análogos, como por ejemplo «transnacional» (ver Ong, Aihwa. Flexible Citizenship: The Cultural Logics of Transnationality, Durham NC, Duke University Press, 1999) y «transdiferencia» (ver Mohr, Dunja M. «Elements of Transdifference in Canadian Women Writers Fiction», Zeitschrift für Kanada-Studien, Augsburg, 2004, vol. 24, no. 2, pp. 49-61) remarcan diversos aspectos y planos del proceso de mezclas y amalgamas, las cuales a su vez siempre van a implicar un traspaso de los límites.

3. La figura del traspasar los límites en “trespass/ El último encuentro”: traslación y exilio como configuraciones de una transgresión transcultural

A partir del ejemplo del cuento “trespass” voy a profundizar en el análisis de ambas ediciones. La figura del «traspasar los límites» es tomada del cuento en donde una yo narradora y protagonista formula, en sus pensamientos y desde la clandestinidad en Chile, una carta para su comadre [15] chilena que se encuentra en Canadá, lugar donde ambas se conocieron durante el exilio. La protagonista decide regresar a Chile algunos años después con el objetivo de unirse al movimiento de la resistencia. Ella le cuenta a su comadre sobre la vida cotidiana en la ilegalidad, una vida marcada por la soledad, mientras recuerda los bellos momentos que compartieron en Vancouver. La historia termina con la yo narradora a la espera de un reencuentro que, sin embargo, permanece abierto en la narración pues no se sabe dónde ni cuándo llegará a darse. También este cuento se mueve entre Canadá y Chile, entre el pasado y el presente.

Las transiciones narrativas de un tiempo-espacio a otro se dan por medio de citas de piezas musicales, como por ejemplo la que es tomada de un tango argentino o la que viene de una canción norteamericana de protesta. La canción sindical “Union Maid” es cantada por la protagonista y tocada por ella en un charanguito para luego pasar a tocar un bolero mexicano. [16] Las Américas se encuentran aquí entrelazadas cultural y políticamente en Canadá:

“[…] who would’ve ever imagined dear armadillo that one day you would wake up as a charango singing union songs in English up in Canada … you who were born in the Altiplano to sing with the wind and the llamas […]” (Rodríguez; 1997: 87-88). En la edición chilena se dice: “[…] quien se hubiera imaginado querido armadillo que un día te ibas a despertar hecho charango cantando música sindicalista en inglés allá en el Canadá…tú que naciste en el altiplano para cantar con el viento y con las llamas […]” (Rodríguez; 1997: 98).

Las cursivas en los textos originales marcan aquellos pasajes que trascienden la narración, como se muestra en el pasaje que presenta a diversas figuras haciendo música juntas, o, en el pasaje sin puntuación que está compuesto como un fluir de la conciencia. Adicionalmente, las citas del tango “Malena” componen una vinculación espacial-regional con Argentina y el Cono Sur, así como una vinculación continental con Canadá por medio de la presencia de Chile y Argentina en el país del Norte. El tango provee además el título del cuento escrito en español, ya que “El último encuentro” es una cita tomada de la canción y a la vez una alusión al último encuentro de las amigas en Vancouver. [17]

Paradigmáticas para los textos de Rodríguez van a ser las figuras de mujeres fuertes que llegan a establecer relaciones entre sí y que experimentan juntas diversas transiciones. La centralidad de una tal presencia de mujeres en sus narraciones, tanto textual como corporal, se verá subrayada por los títulos de las ediciones así como por las imágenes de sus portadas. Aquí resulta de interés el concepto de iconotextualidad propuesto por Ottmar Ette (ver 1995): la portada de la edición canadiense muestra una pintura de una mujer que puede ser fácilmente identificable como una mujer indígena, de piel oscura, con rasgos indígenas, sentada de rodillas en el suelo, sus ojos cerrados, sembrando con sus manos una planta; de figura exuberante, vestida con un vestido blanco tallado al cuerpo y con sus cabellos sueltos, esta acentuación de su figura destaca la sensualidad de la mujer, a la vez que denota una mujer fuerte y vinculada a la tierra. Esta imagen de la artista argentina-canadiense Nora Patrich ilustra lo que para el público lector canadiense es propio de la mujer latina de las Américas. La iconografía conduce a una fusión de las ideas de la mujer latina y la mujer indígena.

La portada chilena habla otro lenguaje. En ella se trata de una fotografía en blanco y negro, levemente borrosa, que muestra a una joven mujer «blanca», de cabellos oscuros y rizados, quien se observa a sí misma en un gran espejo. Desnuda, apenas envuelta en una sábana, su espalda le es mostrada al público lector mientras que sus pechos, sus manos unidas sobre ellos y su cara son observadas solamente a través de su imagen en el espejo ovalado. La imagen, el espejo anticuado, la sábana que cae holgadamente y la figura de la mujer transportan una imagen nostálgica y cercana a la santidad de una autocontemplación de la mujer «blanca», burguesa y citadina del Cono Sur. Aquí, los temas de la memoria, del exilio y de la mirada retrospectiva hacia Chile son representados iconográficamente para un público lector latinoamericano. Mientras que en Canadá va a ser destacada la pertenencia continental a las Américas, en el caso de Chile se trata más bien del enfrentamiento crítico con la irreversible pérdida de una pertenencia (nacional). En este contexto resultan importantes para la exégesis las teorías feministas acerca del cuerpo y la corporalidad femeninos como significantes políticos. Esta conformación teórica es de gran importancia en el contexto feminista y anti-racista canadiense, puesto que posibilita la vinculación de la teoría del punto de vista feminista (feminist standpoint theory) y de los análisis estructurales-sistémicos (marxistas) (ver Dua, Enakshi y Robertson, Angela (eds.). Scratching the Surface: Canadian Anti-Racist Feminists Thought, Toronto, Women's Press, 1999). Dua y Robertson se basan en el concepto de «tercer espacio» de Homi Bhabha y lo unen a un «outsider-within status» de las «women of colour» en Canadá:

“(W)omen of colour occupy a structural position within the Canadian political economy which overlaps the margins of race, gender, and class. […] By tracing how women of colour are positioned within Canadian society, we can simultaneously trace how race, class, and gender have been constituted in Canadian history (Dua y Robertson; 1999: 19).”

“El último encuentro” ostenta un resabio a despedida, pérdida y nostalgia propias del clásico tema del exilio (y del tango). A través de una observación precisa se aclara, sin embargo, que tanto la comadre en Vancouver como el tango argentino son recursos culturales que denotan una correspondencia más que una delimitación. Junto al vínculo continental de los hemisferios del Norte y del Sur de las Américas entra en escena la evocación textual de un Cono Sur como un discurso más de las Américas, mientras que el discurso resultante de las Américas Latinas solamente será posible una vez que se ha pasado por Canadá. En algunas de las historias narradas en los cuentos se establecen otras relaciones (latinoamericanas), por ejemplo, con Brasil, Nicaragua y México, así como con las chicanas en los Estados Unidos (especialmente con los textos de la autora Sandra Cisneros). Estas relaciones fundan un discurso de las Américas Latinas que en gran parte solamente es posible y posibilitado a través de Canadá, es decir que a través del camino hacia el Norte se vuelve posible un Sur común. La resemantización del tema del exilio, más allá de la experiencia individual y más cercano a un campo de juegos de las posibilidades de establecer asociaciones y enlaces, se da tanto en el contexto canadiense como en el chileno.

La combinación de correspondencias y de transgresiones se halla presente en todo el cuento. Relevante será al inicio el informe de la protagonista de cómo ella se encuentra en constante transformación debido a su situación de ilegalidad y debido a los objetivos de las operaciones clandestinas:

“What I like the most about these short, daring little tasks is the satisfaction of knowing that we have trespassed the limits, passed the boundaries of the dictatorship’s territory” (Rodríguez; 1997: 81). En la edición chilena se explica: “Lo que más me gusta de estas tareas cortas y arriesgadas es la satisfacción de saber que de alguna manera hemos traspasado los límites, cruzado las fronteras del territorio de la dictadura” (Rodríguez; 1997: 91).

El “territorio de la dictadura” surge aquí más allá de y paralelamente a un territorio delimitado por las fronteras de un Estado-nación. Se produce textualmente una imagen de la intra-nacionalidad, la cual en el contexto canadiense se adhiere, por un lado, a un imaginario (intra-)nacional, por ejemplo en la idea de First Nations, auto-denominación de la población originaria de Canadá que como estrategia política es utilizada para ubicarse críticamente en el discurso del multiculturalismo nacional. Mientras que, por otro lado, hace referencia a los discursos críticos del multiculturalismo. La clandestinidad como lugar de la narración también diseña un espacio más allá de la «nación». Este esbozo textual de un Third Space simultáneamente dentro y fuera de una «nación» se repite constantemente en los textos de Rodríguez, por ejemplo también en forma de reserva indígena en Canadá en el cuento “Saudades”. La figura de una transgresión de las fronteras políticas se convierte en acto de traslación como traducción cultural y se convierte en el motivo que titula el cuento de la edición canadiense, “trespass”. A esta forma de transgresión de las fronteras dentro de Chile le será añadida una forma más en el transcurso de la historia, la cual amplía en la edición anglófona las connotaciones de la palabra y de la acción de “trespass”.

La protagonista va a recordar en su carta imaginaria los tiempos en que compartieron el activismo político en el movimiento de solidaridad con Chile que surgió en Canadá en la década de 1970. Entre otros buscaron al apoyo de la iglesia:

“We even had to learn how to pray so that we could get the Christians to support us. The first time we went to talk to a congregation in New Westminster, on a grey and rainy Sunday morning, the priest all of a sudden asked us to say the 'Our Father' in Spanish. And the two of us stood up there looking at him with our mouths open, because neither one knew the 'Our Father' in Spanish and then I started making everything up, please don’t forget about us, we promise to behave and forgive our trespasses because they are very small and for a good cause” (Rodríguez; 1997: 90).

En la edición en español se lee:

“Pensar que hasta tuvimos que aprender a rezar para ganarnos la solidaridad de los cristianos. La primera vez que fuimos a conversar con una congregación de New Westminster, un domingo gris y lluvioso, el cura de repente nos pidió que rezáramos el Padre Nuestro en castellano. Y las dos paradas ahi adelante nos quedamos mirándolo con la boca abierta porque ninguna de las dos se sabía el Padre Nuestro hasta que yo empecé, puro chamullo, que por favor no te olvides de nosotros, que nos vamos a portar bien y perdónanos nuestros pecados porque son chiquititos y por una buena causa […]” (Rodríguez; 1997: 100-101).

Los “pecados chiquititos” en el marco hispano-católico van a convertirse en mínimas transgresiones anglo-protestantes, “very small trespasses”. El significado de “trespass / traspasar” va a ampliarse en un doble sentido. Por un lado, se absuelven las transgresiones fronterizas en Chile desde el contexto canadiense, por otro lado, la situación que es narrada va a ser desplazada hacia el acto de una transgresión, puesto que lo que aquí sucede es la transgresión de las concepciones y estereotipos de las construcciones esencialistas de la diferencia cultural bajo el signo de una apropiación feminista del lenguaje.

Esta performancia de lo cultural en forma de un ritual religioso es un recurso estratégico: las chilenas (re)inventan el Padre Nuestro, una de las codificaciones de la ley del padre en el sentido lacaniano, en Canadá y lo colman por medio de la facultad del habla con su lenguaje y con sus palabras con el fin de poder participar en una situación de diálogo. [18] Un tal paso textual de meras atribuciones culturales hacia estructuras dialógicas, en donde tanto las posibilidades diversas como comunes van a poder ser negociadas y replanteadas nuevamente, es lo que configura a una praxis transcultural. [19] Este espacio transcultural que acentúa la transgresión va a ser producido en la edición canadiense. A Rodríguez le interesan las delimitaciones y cruzamientos actuales entre las llamadas diferencias culturales y de género como lugares en donde suceden transgresiones significativas. Sin embargo, en la edición chilena, el recurso y la función del tango aparece como pasaje que enfatiza un momento del encuentro más que de la transgresión.

La compleja figura del “traspasar los límites” / “trespassing the limits” sirve en su vinculación con una idea de «exilio» para representar la situación individual de la protagonista. El formato y la valoración de la figura del «exilio» son aquí re-escritas. La historia de su vida cotidiana en su «patria» Chile (de la dictadura) va a ser contada como una “story of a borrowed life“ (80)/ “historia de una vida prestada” (89) marcada por la alienación, es decir, como una experiencia del exilio negativa, mientras que su vida que transcurre bajo las condiciones del exilio en Canadá va a ser nombrada como “my own life” (80)/ “mi propia vida” (89). El punto de partida y de llegada del exilio van a ser intercambiados espacial y temporalmente, ya que la mirada ansiosa hacia el pasado se dirige ahora hacia el Norte. La inesperada «añoranza» (Heimweh) de la narradora por Vancouver va a reforzar esta conversión narrativa de adscripciones estereotípicas. La protagonista va a desplazarse del exilio canadiense al exilio chileno en donde finalmente se enfila hacia una nueva forma de exilio cuando debe transgreder las fronteras para cumplir con las exigencias de las operaciones clandestinas. A través de esta idea intrincada del exilio, presente en el movimiento de los diversos papeles que asume la protagonista, se vuelve imposible la construcción dicotómica de lo identitario como una construcción estática entre los polos de la «patria» y el «exilio». [20]

4. Consideraciones finales. Nuevas cartografías de las Américas

El cuento termina con un guiño, con el recuerdo de la última transgresión/ “trespass” de las amigas en Vancouver, quienes se bañan desnudas por la noche en una playa del Pacífico y esperan no ser descubiertas por la policía. Esta transgresión/ “trespass” no logra eliminar el dolor de la despedida pero sí aliviana su pathos. El agua marina es “up north” (91)/ “allá en el norte” (102) más fría que en el Sur (chileno), sin embargo, continúa siendo el mismo océano. El Pacífico surge aquí como una metáfora de múltiples capas sobre la transgresión de las fronteras: éste acompaña la separación de las amigas y a la vez conforma una relación entre Canadá y Chile. El discurso del Pacific Rim, que en el contexto canadiense se refiere a su vinculación con Asia y Oceanía, es ampliado a América Latina de manera tal que también por medio del Pacífico va a ser posible establecer un discurso de las Américas.

El fortalecimiento estratégico de las posiciones de enunciación de las autoras latinas dentro de Canadá funciona precisamente sobre este discurso de las Américas que es producido por dinámicas transculturales, traslacionales y migratorias que son negociadas en los textos de las «latinas». A través de referencias intertextuales y asignaciones transtextuales se conforman en los cuentos escritos en inglés y en español/castellano construcciones espacio-temporales que van a vincular el Norte y el Sur, el pasado y el presente del continente americano. Las diversas connotaciones de ambas ediciones explicitan las funciones que la figura del traspasar los límites va a tener en los (con-)textos canadiense y chileno. El análisis a partir de concepciones como las de transcultura, traslación y migración permiten comprender el complejo juego que subyace entre ambas ediciones, puesto que son las sutilezas textuales las que minan los momentos determinantes de la «diferencia» dentro del marco más amplio de las conexiones entre ambos textos.

Las transgresiones de las fronteras, pero más aún el traspasar los límites, en un sentido de praxis transcultural, van a ser (re)presentadas como nuevos espacios, como Third Spaces, los cuales van a convertirse a través de los movimientos migratorios y de la errancia, en transiciones y pasajes que a su vez van a contener diversas funciones. La mediación traslacional de las mismas transcurre en los textos de Carmen Rodríguez a través de representaciones de producciones culturales como la música (el tango, las canciones sindicales y el bolero) y la pintura, que sirven como metáforas del traspasar los límites. A lo anterior se unen la apropiación feminista y la resignificación de lenguaje(s), así como de nuevas definiciones femeninas del exilio como elementos relevantes. En los textos van a establecerse nuevas concepciones por medio de la combinación de lenguajes y lenguas, de las relaciones inter- y transtextuales y en la transformación de representaciones espacio-temporales del presente y del pasado de los hemisferios americanos.

La figura del traspasar los límites va a convertirse así en un movimiento altamente complejo, compuesto por múltiples polos, situados en diversos niveles, el cual se visualiza por medio de las diversificaciones (trans-)textuales. Por medio de prácticas transculturales como las de la traslación y la migración, ejemplificadas aquí en las construcciones dicotómicas «patria versus exilio» y «orignial versus traducción», las conceptualizaciones de las fronteras y las posibilidades de su transgresión son reformuladas. Así, por medio de las vinculaciones y delimitaciones literarias van a surgir nuevos discursos hemisféricos de las Américas, como lo indica Carmen Rodríguez (1997: 14) al cerrar su prólogo a la edición canadiense:

“My heart trespasses borders and stretches over a whole continent to find its home at the two extremes of the Americas: in Chile and in Canada. And my hand writes in two languages […].” Estos discursos hemisféricos de transgresiones/ trespasses corporales y linguales van, a su vez, a (re-)cartografiar el continente.

Notas

[1] El término «latina/o» es utilizado e instrumentalizado en Canadá desde mediados de la década de 1980 como una auto-denominación estratégica. Anteriormente se hablaba de «hispanics» (ver Feder, Elena. “Beyond the Homeland: Latino-Canadian Film and the Work of Marilù Mallet and Claudia Morgado”, Women Filmmakers: Refocusing, Vancouver, Toronto, UBC Press, 2003, pp. 347-369. Como atribución de una condición de extranjería, por ejemplo en su uso para la construcción de una «comunidad cultural» aparentemente homogénea, es, sin embargo, rechazado.

[2] En el marco de mi investigación doctoral “Transkultur, Translation und Migration – «Latina»-Diskurse in Kanada” (“Transcultura, traslación y migración – discursos de las «latinas» en Canadá”) trabajo los textos de diferentes autoras latinoamericanas hispanohablantes, quienes arribaron como jóvenes mujeres en la década de 1970, provenientes del Cono Sur (esto es, desde Chile, Argentina y Uruguay), a Canadá. Para las décadas de 1980 y 1990, estas mujeres lograron posicionarse como autoras en Vancoucer y Montréal.

[3] Un discurso hemisférico y continental de las Américas corresponde también a otras construcciones «geo-discursivas», como por ejemplo, con el llamado Pacific Rim o con el «triángulo del Atlántico» y el Caribe como espacios que también forman parte de las Américas.

[4] Para Ottmar Ette, la intertextualidad se ocupa de las múltiples relaciones entre un texto determinado y una serie de textos «individualizados», de tal manera que el discurso se orienta hacia otra dimensión textual (ver Ette; 1995: 21). Para el caso de relaciones analíticas más amplias, la categoría de «discurso», en el sentido de una reformulación y adaptación de dicotomías ideológicas, resulta más apropiada que el concepto de la intertextualidad en su sentido de transformación de otros textos estéticos (ver Ette; 1995: 29). Y en esta misma línea es que las oscilaciones terminológicas se vuelven no solamente inevitables sino adecuadas (ver Ette; 1995: 23). Es importante destacar aquí que en la combinación de la terminología se transfieren, intertextualmente, características discursivas determinadas a otras configuraciones textuales, surgiendo así un proceso de traslación en el nivel metodológico también.

[5] Ver en Seuils (1987) de Genette sus reflexiones sobre la portada de un libro como los «umbrales» (seuils) del mismo. Ver también en Palimpsestos (1993) del mismo autor los cinco tipos de transtextualidad: paratextualidad, metatextualidad, arquitextualidad, intertextualidad, hipertextualidad. Sobre esta tipificación de Genette, indica Martínez que los diferentes tipos y grados de las referencias intertextuales solamente pueden ser registrados a través de un conjunto de criterios a su vez entrecruzados (ver Martínez, Matias. «Dialogizität, Intertextualität, Gedächtnis», Grundzüge der Literaturwissenschaft, München, dtv, 1999, pp. 430-445, 443).

6] Mario Benedetti (*1920) es uno de los muchos autores latinoamericanos que debe exiliarse durante las décadas de 1970 y 1980. Entre 1973 y 1983 reside en Argentina, Perú, Cuba y España. Posteriormente divide sus residencias entre Montevideo y Madrid. En 2006 regresa definitivamente a Uruguay.

[7] El argumento de fondo de “a balanced diet / Una dieta balanceada” se desarrolla en el Chile de los años 1990. Dos amigas se reencuentran luego de que por causa de la dictadura militar perdieran el contacto. La historia inicia cuando Laura regresa de Vancouver y experimenta la ciudad y el país, luego de una ausencia de veinte años, de manera completamente nueva. Luego, la historia presenta el intercambio de cartas entre las dos amigas: Mireya, quien escribe desde Chile al haber localizado la dirección de su amiga, y Laura que aún se encuentra en Vancouver a inicios de 1990. A través de este intercambio, el público lector va a ser conducido entre Chile y Canadá, así como entre las décadas de 1970 y 1990. En este movimiento se describen las últimas experiencias traumáticas que ambas vivieron juntas inmediatamente después del golpe y el inicio del exilio canadiense de Laura. La historia cierra con el reencuentro de las amigas y su rememoración de la última noche que compartieron en 1973, durante la cual se la pasaron cocinando con la esperanza de poder soportar mejor un posible arresto de los militares. La edición chilena abre con el Santiago de los años noventa (el inicio del cuento) y la edición canadiense cierra con el Santiago de los setentas (retrospectiva al final del cuento).

[8] Los números de página entre paréntesis corresponden a las dos ediciones de 1997 de los cuentos de Carmen Rodríguez.

[9] El epígrafe del cuento es tomado de la canción “¡Prohibido olvidar!” (del álbum Caminando de 1991) del músico panameño-estadounidense Rubén Blades. Carmen Rodríguez traduce la frase al inglés como “Forgetting is forbidden!”. La canción tematiza la necesidad de ocuparse activamente y de trabajar críticamente el legado de las dictaduras militares en Latinoamérica y critica con ello la impunidad que rige sobre los responsables de los crímenes cometidos.

[10] El epígrafe es tomado, aunque cambiado, del capítulo 28 de Rayuela (1963) de Julio Cortázar. Este es un ejemplo de una intertextualidad explícita (ver Ette; 1995: 27), la cual ubica, desde la teoría de la recepción, a la autora como lectora.

[11] La publicación de esta colección de cuentos de Carmen Rodríguez se da en un momento en que gracias a la demanda internacional en contra del antiguo jefe del ejército y dictador chileno Augusto Pinochet, se habla de una “entangled history” de las Américas, la cual va a recibir una considerable atención mediática internacional (ver Randeria, Shalini. «Entangled Histories of Uneven Modernities: Civil Society, Caste Solidarities and Legal Pluralism in Post-colonial India», Unraveling Ties: From Social Cohesion to New Practices of Connectedness, Frankfurt/M., Campus, 2002, pp. 284-311).

[12] Ver la siguiente argumentación de Sherry Simon (Gender in Translation: Cultural Identity and the Politics of Transmission, London, New York, Routledge, 1996: 2.): “Theorists […] seek to disturb the clichéd language used to describe translation, and to replace it with terms which convey the active play of identities within translation practice. They do so through their understanding of the performative, and not simply representational, nature of language.”

[13] Ver la lectura crítica que Chris Bongie realiza de los textos de Alejo Carpentier, basada en las teorías de la transculturación. Para Bongie, surge desde la misma una visión de las Américas como un continente de las simbiosis, las mutaciones, vibraciones y mezclas (ver Bongie, Chris. Islands and Exiles. The Creole Identities of Post/Colonial Literature, Stanford CA, Stanford University Press, 1998: 9). Ver también las argumentaciones de Roland Walter sobre los textos de Dionne Brand (Trinidad/Canadá) como zonas de contacto transculturales – comprendiendo la transculturación como síntesis disyuntiva y como simbiosis, como fusión y coexistencia antagonista (ver Walter, Roland. «Between Canada and the Caribbean: Transcultural Contact Zones in the Works of Dionne Brand», International Journal of Canadian Studies: Transculturalisms/ Les transferts culturels, 0ttawa, 2003, no. 27, pp. 23-41). A Bongie y a Walter les interesa, en la misma línea de Antonio Cornejo Polar y Alberto Moreiras, una negación de la disolución/eliminación de la heterogeneidad bajo el signo de una concepción occidental (colonial/imperial) del «consenso» y/o de la «asimilación» (ver Cornejo Polar, Antonio. O Condor Voa: Literatura e Cultura Latino-Americanas, Belo Horizonte, Editora UFMG, 2000 y Moreiras, Alberto. The Exhaustion of Difference: The Politics of Latin American Cultural Studies, Durham NC, Duke University Press, 2001). En esta misma crítica se ubican Antonio Benítez-Rojo y sus ideas sobre las relaciones transculturales como coexistencia de diversas dinámicas culturales, las cuales consolidan su heterogeneidad de manera recíproca (ver Benítez-Rojo, Antonio. The Repeating Island: The Caribbean and the Postmodern Perspective, Durham, NC, Duke University Press, 1996). Esta heterogeneidad debe ser comprendida a través de figuras como las de la fragmentación, los «entre-espacios» o intersticios y el caos. En mi opinión, la conceptualización de la transculturalidad presente en Benítez-Rojo se compone de una dinámica imaginaria marcada por la escalación de la diferencia, posición de la que algunas teóricas feministas poscoloniales se han distanciado; ver por ejemplo el ensayo de Chandra Mohanty Under Western Eyes de 1986 (Mohanty, Chandra T. «Under Western Eyes: Feminist Scholarship and Colonial Discourses», Boundary, Durham NC, 1986, vol. 2, no. 12(3), pp. 333-358.) y su retrospectiva crítica sobre este ensayo en Under Western Eyes Revisited de 2003 (««Under Western Eyes» Revisited: Feminist Solidarity Through Anticapitalist Struggles», Signs: Journal of Women in Culture and Society, Chicago IL, 2003, vol. 28, no. 2, pp. 499-535). Mi lectura de los textos de Rodríguez incluye estas premisas.

[14] En mi perspectiva teórico-metodológica, los términos «movimiento», «tránsito» y «transformación» (tomando en cuenta los transcursos migratorios) describen una configuración determinada de las dinámicas que participan en el análisis de las representaciones espacio-temporales. Esta configuración de las dinámicas tiene su contrapunto en términos como los de «posicionamiento», «habitar» y «demarcar», con el fin de poder discutir la producción de significados, como imaginarios culturales y usos de la lengua, y las construcciones espaciales allí contenidas, en el sentido de que se trata de relaciones y vínculos sociales, redes y plataformas. Los «entre-espacios» o «terceros espacios» son una de las figuras/lugares donde las aparentes tramas contradictorias del «migrar» y del «posicionarse» se materializan performativamente. Remito a Bhabha (1994: 38) para el concepto de «tercer espacio» en tanto producción de significado: “It is that Third Space […] which constitutes the discursive conditions of enunciation that ensure that the meaning and symbols of culture have no primordial unity or fixity; that even the same signs can be appropriated, translated, rehistoricized and read anew.” Así como a Bhabha en Rutherford (1990: 211) en cuanto a su definición de hibridez: “[…] hybridity to me is the, third space’ which enables other positions to emerge. This third space displaces the histories that constitute it, and sets up new structures of authority, new political initiatives […].”

[15] Me interesa destacar aquí la dimensión del vínculo entre comadres como un estatus que trasciende lo amistoso-familiar, puesto que puede darse a partir de situaciones marcadas por cuestiones políticas y económicas, que tienen la capacidad de unir en forma de lazos familiares a personas no emparentadas entre sí. En las «comunidades latinas», esta relación juega un papel social importante.

[16] “Union Maid” fue compuesta por el cantautor estadounidense Woody Guthrie en 1940. El charanguito es una pequeña guitarra originaria de Bolivia. El bolero “La puerta” data originalmente del año 1957, interpretada entonces por Luis Demetrio, pero hoy es más conocido por la interpretación del mexicano Luis Miguel del año 1991.

[17] El recurso a Argentina y el tango como un pasaje de y hacia otro tiempo y otro espacio remite también a textos de Julio Cortázar (ver esp. Todos los fuegos el fuego, 1966). Junto a los diversos elementos musicales, van a ser relevantes en su función de pasajes espaciotemporales en los textos de Rodríguez también otros medios, como las imágenes y la pintura. Por ejemplo, como se muestra con los trabajos de la pintora Mireya en “a balanced diet” (154-155).

[18] En el sentido de Ferdinand de Saussure (ver Cours de linguistique générale, Lausanne, Paris, Payot, 1916), las protagonistas se apropian de la tridimensionalidad del lenguaje: langage, langue y parole. Es relevante para el análisis de esta apropiación la indicación metodológica de Ette (1995: 21), en cuanto a que la discursividad se sitúa entre langue (lengua) y parole (habla). La «ley del padre» se manifiesta según Jacques Lacan (1966) como el orden simbólico masculino en el lenguaje, el cual construye una estructura de poder de la cual las mujeres son excluidas. Las teorías feministas han continuado la reflexión desde la línea de Lacan de forma crítica y mostrado posibilidades del lenguaje que minan el orden falologocéntrico; ver por ejemplo Hélène Cixous (1980), Luce Irigaray (1974), Julia Kristeva (1969; 1974) y Judith Butler (1993). Teorías similares han sido elaboradas desde los estudios poscoloniales a través de la pregunta por la posición de enunciación del subalterno; ver por ejemplo Gayatri Spivak (1988) y Homi Bhabha (1994). Aquí me interesa destacar la combinación entre intertextualidad y discurso. La discursividad se sitúa aquí, en sentido de una transformación del discurso hegemónico, entre langue como sistema de la lengua y parole como acto de habla performativo.

[19] Aquí llamo la atención sobre la relación teórico-metodológica entre «diálogo» e intertextualidad o discurso en el sentido postulado por Julia Kristeva (1969; 1974), quien como se sabe retoma de los textos de Mijail Bajtin los conceptos de dialogicidad y polifonía.

[20] Michel de Certeau también ha subrayado la importancia de los “sistemas de traslación” entre lenguas y prácticas culturales en relación con una idea de exilio: “(An) analysis of the means of translation avoids enclosing exiled peoples in a static identity based on language, place of origin (and) belief systems […]” (Certeau, Michel de y Giard, Luce. L’Ordinaire de la Communications, Paris, Dalloz, 1983: 134); citado de la traducción de Winifred Woodhull (Woodhull, Winifred. «Exile, Emigres, and Immigrants», Yale French Studies: Post/Colonial Conditions: Exiles, Migrations, and Nomadisms, New Haven CT, 1993, vol. 82, no. 1, pp. 7-24, 12). La deconstrucción de la noción «exilio» en los textos de Rodríguez tiende a una construcción de una «diáspora» en el sentido de una nueva formulación de su posicionalidad como escritora (y activista). A la vez plantea preguntas acerca de las representaciones «masculinas» (normativas) y «femeninas» (diferenciadoras) de las experiencias del exilio.

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