La crisis de la novela contemporánea refleja la crisis ideológica que se da a partir de la primera Gran Guerra y los conflictos subsecuentes. Se desarrolla a partir entonces una narrativa caracterizada por la desintegración y la capacidad de abordar la crisis del concepto realidad y verdad. La nueva novela retratará mediante su contenido y forma la realidad que vive el ser humano. En Hispanoamérica, la novela se hace eco de las tendencias europeas y estadounidenses y participa de la nueva concepción del género. La narrativa de la fantasía, del realismo mágico o de lo real maravilloso inicia así una trayectoria y define una generación. El libro que nos ocupa, José Donoso: entre la esfinge y la quimera, del catedrático Miguel Náter, propone las primeras cuatro novelas de José Donoso como un conjunto narrativo en el que se desarrolla la crisis de la novela contemporánea o la adaptación formal necesaria para expresar la desintegración del sujeto y del cosmos. Su narrativa define la poética del detritus, no sólo del cuerpo y del espacio sino también del discurso novelístico; y, a través de la forma, presenta la inacabada esencia del ser y del mundo contemporáneo.
En José Donoso y la crítica, se hace una evaluación de la novela chilena, a partir de la segunda mitad del siglo XX, con el objetivo de caracterizar la narrativa donosiana. La crítica acostumbra incluir el nombre de José Donoso en la Generación del 57 por una apertura a lo universal y por un contenido y formas derivadas de la nueva novela europea y norteamericana. El realismo reclamado en las obras de Donoso se caracteriza por la búsqueda de ruptura formal y la eliminación de la voz valorativa del narrador resultando en una irrealidad. Los elementos, que definen las novelas aquí objeto de análisis, provienen de los movimientos literarios que influenciaron la narrativa de la época (existencialismo, expresionismo y surrealismo, principalmente), y de los principales teóricos (C. Jung, J. Lacan, S. Freud, G. Deleuze, F. Guatari, etc.) y escritores que definieron la nueva novela (H. James, W. Faulkner, E. Sabato, C. Fuentes, G. García Márquez y otros). La novelística de Donoso es, pues, el surgimiento de una forma que expresa la crisis de la realidad vivida por el autor y expone el proceso de escritura ante el lector. La destrucción que caracteriza esta obra se evidencia en la presencia de lo absurdo y la locura se expresa en la desorganización de índole caótica. Así, el caos refleja la dispersión narrativa y la decadencia o visión apocalíptica, destruyendo la noción de mimesis de la novela decimonónica.
En el capítulo Coronación o la locura como acceso al paraíso, se nos presenta la novela como el primer paso en la narrativa de Donoso hacia una poética del espacio apocalíptico. En Coronación, el espacio de la casa se concibe como mimesis de la oligarquía chilena, de la decadencia familiar y de la conciencia. De manera que existe una correspondencia entre el lugar en el cual habita el personaje y su cuerpo. Así, la casa y el cuerpo, atravesados por la decrepitud ante el paso del tiempo, es decir, la inminencia de la muerte del cuerpo y la desintegración de la casa, vienen a ser los elementos básicos de la poética apocalíptica. Los elementos de coacción provenientes de la sociedad se convierten en la condición alienante de los personajes. La represión del cuerpo y del deseo culmina en la culpa aterradora que promueve la locura y la concepción de lo siniestro que forjará el infierno existencialista hacia el cual está dirigida la narración. La locura genera un espacio infernal y apocalíptico que se transforma en espacio paradisíaco de felicidad como evasión de la realidad. De la misma manera, la muerte y el enclaustramiento resultantes de la experiencia apocalíptica se revelan como elementos característicos de la ambigüedad de la realidad en la novela contemporánea; y la voz narrativa comparte el mismo proceso de dislocación e inestabilidad del personaje.
En el capítulo, Este domingo y El lugar sin límites: del paraíso al espacio infernal, se establece la dicotomía entre espacio interior, visión desde adentro revestida de imaginación e inocencia, y espacio exterior (de afuera), percepción distanciada del adulto marcada por el elemento «grotesco». En Este domingo, la casa de la infancia, supone, no una salida a un espacio recuperado a través de los recuerdos, sino, el encierro y las coacciones de los adultos por lo que se convierte en una prisión de la que se desea escapar. Así, el espacio paradisíaco, la casa, se va deteriorando y empequeñeciendo hasta transformarse en un espacio de disolución y dispersión. Este espacio, el caserón “enfermo y viejo” con sus moradores, anuncia la desintegración y el surgimiento del espacio apocalíptico que va desapareciendo en la medida en que el personaje se encuentra fuera del lugar que se desintegra. Y participa de este proceso de destrucción, la voz narrativa que va develando la inestabilidad característica de la obra. Por su parte, El lugar sin límites, como El obsceno pájaro de la noche, es la narración del enclaustramiento, la metáfora para la continuidad de lo exterior en lo interior. Es el espacio de nadie donde no hay distancias entre los opuestos. En la creación del espacio apocalíptico, destacan tres elementos: la inversión, a través del travestismo, como norma del discurso de un espacio de conversiones, transformaciones y disfrazamientos; la sátira, entendida como perspectiva marginal para el conocimiento de la realidad degradada y enmarcada en los espacios de la prostitución y de la homosexualidad; y la distorsión convertida en la regla que ofrece la toma de consciencia del personaje en relación con la historia entendida como progreso. Así la casa, entendida como refugio e infierno implica la desintegración de la materia ocasionada por la vejez o la pérdida de esperanza en el progreso. Y, el cuerpo, extensión de los objetos, refleja el deterioro y la desintegración compartida de las pertenencias, el mundo y el ser, verificándose el espacio apocalíptico.
El siguiente capítulo, La casa, el cuerpo y el discurso novelístico en la modulación apocalíptica de El obsceno pájaro de la noche, el autor expone minuciosamente la relación entre la forma caótica de la novela, de las casas como espacios laberínticos, del grotesco cuerpo del personaje principal y de la locura como los elementos actuantes en la disolución del ser como unidad psicológica y en la creación del espacio apocalíptico. Además se nos presenta la novela, a diferencia de las tres anteriores, como una novela donde Donoso elabora una tesis para la metanarración. Escribir supone existir, es decir, la búsqueda de un estilo propio. La actuación literaria de Donoso coincide con el período denominado de crisis para la narrativa en Chile, en Hispanoamérica. La tentativa de una nueva novela se presenta bajo la alegoría de la crisis del ser, es decir, la conciencia artística y el entorno del novelista. El obsceno pájaro de la noche es, pues, la búsqueda de una identidad. Es la interrupción de la narrativa al estilo realista y la tentativa de una narrativa escrita sobre la base de una historia y verdad relativa y ambivalente. La casa, el cuerpo, la unidad psicológica, y, en el caso que nos ocupa, el discurso narrativo se relacionan en un proceso de descomposición. La casa se convierte en el espacio del discurso novelístico o sea un espacio laberíntico donde la desesperación ante la imposibilidad de la existencia (ser) y de la narración culmina en la locura. Este discurso esquizofrénico, mimesis de los cuerpos y los lugares distorsionados, es la deformación de la narrativa realista tradicional y la gestión del autor para la destrucción de la estética realista. El resultado del proceso es el caos producto de la relatividad de la verdad, de la realidad y del ser. La novela, como un cúmulo de tiempos y lugares, de seres extintos y por existir, de metamorfosis de la materia y de las personalidades, se asemeja, entonces, a un organismo vivo que continuamente se crea y se destruye.
En el último capítulo, Náter concentra su análisis en la transformación de la novela, la novela contemporánea, su contenido y forma. Además del carácter proteico, la realidad en la nueva novela se define considerando, de un lado el mundo interior y, de otro, los contenidos de la inconsciencia. El resultado de esta amalgama de pareceres es la búsqueda del irracionalismo. El discurso entonces se transforma en el sujeto para expresar este irracionalismo. Así, en El obsceno pájaro de la noche, la novela, obra y personaje, participa del juego de la destrucción que supone creación, laberinto y obsesión. La estructura de la obra y del personaje refleja la maleabilidad que marcan la realidad y la conciencia que acaba por modularla. La poética del detritus o descomposición de la materia expresa así la crisis de la novela, de la realidad y del ser. Esta poética, que se repite en las cuatro novelas estudiadas, reiterando la obsesión de su creador, invade la voz narrativa que en el discurso se diluye en las voces de sus personajes. La destrucción de la voz aliada a los recursos lingüísticos utilizados por el autor para lograr este propósito muestra el caos que impera en el cosmos y en la muerte. El proceso de la existencia se torna así una propuesta perturbadora e infernal. Las novelas de Donoso, reitera Náter, postulan un espacio apocalíptico, estrechamente vinculado el cuerpo y la casa (o los edificios) con la conciencia, con el ser. El narrador de esta nueva novela se caracteriza entonces por un comportamiento irracional. En sus novelas Donoso recurre a la neurosis como elemento distintivo de la nueva novela hispanoamericana. La locura crea un mundo caótico (re)presentado por un lenguaje desarticulado. El panorama se presenta desolador: la ausencia de lo humano y la imposibilidad de terminar la obra.
Sin lugar a dudas, José Donoso: entre la esfinge y la quimera es un texto que ganará un lugar de destaque en la bibliografía dedicada al estudio de la obra donosiana. Su autor presenta la evolución del espacio apocalíptico en las primeras obras de Donoso. Con un título sugestivo «entre la esfinge y la quimera», captura la atención del lector que descubre con la lectura cuidadosa un mundo enigmático donde las imágenes de la esfinge y la quimera asumen la forma de la narrativa: una creación sin sentido como la vida misma.