GARCÉS GÓMEZ, María Pilar. La organización del discurso: marcadores de ordenación y de reformulación, Madrid / Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2008.
Los estudios dedicados a la lengua se han enriquecido notablemente con el desarrollo de la Pragmática y la Lingüística del Texto que, desde perspectivas diferentes, aunque complementarias, han puesto de manifiesto la importancia de contar con los elementos supraoracionales para mejorar la descripción de los procesos de codificación y transmisión de los mensajes lingüísticos. Entre estos elementos, los llamados marcadores del discurso han recibido una atención particular por sus funciones cohesivas y su papel en la interpretación de los enunciados. Con su nuevo libro, precisamente, la profesora María Pilar Garcés nos ofrece el análisis de un grupo de estas unidades –en las que, por otra parte, ya lleva trabajando bastante tiempo, como se desprende de los numerosos artículos publicados en revistas especializadas – y nos proporciona las claves necesarias para entender mejor su funcionamiento en el discurso.
Con muy buen criterio, la autora dedica el capítulo inicial a algunas cuestiones teóricas relacionadas con los marcadores en general, tratando de encontrar la perspectiva más adecuada para su caracterización. En ese sentido, tras una explicación acerca de las razones por las que ha preferido esta denominación en concreto y no otra de las muchas que proponen diversos autores, enumera las distintas categorías gramaticales que pueden actuar como marcadores del discurso, al tiempo que explica las diferencias de comportamiento entre las nuevas unidades y las formas de las que proceden. La determinación de las peculiaridades de funcionamiento lleva a la autora, inmediatamente después, a plantearse su estatuto lingüístico. Tras un análisis detallado y completo de las teorías existentes al respecto, concluye que nos hallamos ante una categoría pragmática caracterizada por su función de establecer conexiones entre los enunciados: se trataría, pues, de elementos heterogéneos desde un punto de vista categorial, capaces de desempeñar, en alguno de sus usos, esta función.
La autora da un paso más y nos delimita su alcance estructural; para ello, hace una clara y oportuna distinción entre conectores y operadores, a partir de la cual nos describe los distintos tipos de relaciones que establecen los marcadores discursivos. La cuestión de su significado y posibles sentidos, especialmente debatida por los especialistas en este campo y muy bien resumida en el libro, recibe una respuesta más que interesante. Para la autora, estas unidades presentan un significado básico, aunque no siempre monosémico, y una serie de sentidos contextuales, consecuencia de su enriquecimiento pragmático. El capítulo termina con una clasificación de las funciones desempeñadas por los marcadores del discurso, que serían fundamentalmente de dos tipos: textuales e interactivas. Esta clasificación permite a la autora situar en el marco teórico general, con mayor precisión, las unidades concretas objeto de estudio, pues los marcadores de ordenación y reformulación que se pretende describir pertenecen al primero de ellos, es decir, a “las relaciones que se establecen entre los enunciados o miembros del enunciado en el propio texto”.
El capítulo segundo está dedicado a la ordenación en el discurso. Tras unas ideas previas sobre los mecanismos lingüísticos implicados en este proceso, la autora nos presenta una tipología de los marcadores de ordenación muy accesible y, al mismo tiempo, detallada, pues a la división tradicional entre marcadores de inicio, de continuación y de cierre se añaden nuevas e interesantes subclases determinadas por las distintas características de las series que estos conforman. Toda esta información se resume en una tabla ilustrativa elaborada por la propia autora, especialmente valiosa por su claridad y precisión.
En las siguiente sección, se hace una caracterización gramatical de los ordenadores discursivos. Para la autora, los rasgos que los determinan son, fundamentalmente, cuatro: la invariabilidad; la movilidad posicional, aunque en la práctica prefieran situarse al inicio o en posición intermedia; el carácter periférico, pues no se integran en una estructura oracional, y la gramaticalización, si bien esta se presenta en diversos grados.
Tras una exposición de su función concreta que, como se explica en el texto, sería la de establecer una ordenación lineal de los miembros de una serie enunciativa y, desde un punto de vista informativo, indicar las partes que la componen, María Pilar Garcés, recurriendo a una estructura arbórea de apartados y subapartados que desarrollan, coherentemente, la tabla ilustrativa recogida en la sección dedicada a la tipología, nos introduce plenamente en la caracterización semántica y pragmática de estas unidades. En todos los casos, los marcadores se enumeran de modo exhaustivo y su descripción cuenta con el apoyo de abundantes ejemplos tomados del CREA (Corpus de referencia del español actual de la Real Academia Española), lo que la hace especialmente dinámica y esclarecedora.
La parte dedicada a la reformulación es, por su especial complejidad, más amplia que la precedente, pues abarca los capítulos tercero, cuarto y quinto. El capítulo tercero trata las cuestiones generales sobre la reformulación, desde su concepto hasta la tipología básica de los marcadores que permiten llevarla a cabo. En realidad, la clasificación de estas unidades en el libro la determinan las llamadas “operaciones de reformulación”, que se exponen con notable rigor científico y abundante apoyo bibliográfico. La autora nos recuerda que en muchos estudios sobre este asunto, las operaciones se refieren a dos tipos de relaciones: parafrásticas y no parafrásticas; a su vez, la relación de paráfrasis presentaría tres tipos: expansión, según la cual la expresión reformulada es más amplia que la de referencia; reducción (o condensación en la expresión reformuladora de los rasgos semánticos de una unidad más compleja), y variación, que supondría una equiparación de los rasgos semánticos. La reformulación no parafrástica, por su parte, presentaría también tres tipos según el mayor o menor distanciamiento respecto a la expresión de referencia: recapitulación (grado mínimo), reconsideración (grado medio) y separación (grado máximo). Frente a las dificultades de esta clasificación, en la que se mezclan diversos criterios, la autora –y esto es lo novedoso –, que define el proceso de reformulación como aquel que permite “volver sobre el contenido de un miembro o de un enunciado anterior o sobre el acto de enunciación, para expresarlo de otra manera, equivalente o distinta”, señala cinco razones capaces de motivar este proceso y que constituyen, verdaderamente, la base de la clasificación de los marcadores: 1) la explicación de lo dicho, 2) la rectificación de lo anterior, 3) la recapitulación de la información ofrecida en el segmento precedente, 4) la reconsideración de lo formulado y su expresión desde un nuevo punto de vista y 5) la separación. Efectivamente, tras una descripción de las características de los marcadores de reformulación, que permite diferenciarlos de otros, como los de ordenación, la autora distingue, en paralelo con las operaciones de reformulación, los cinco grupos que van a tratarse en los capítulos siguientes: los marcadores de explicación, de rectificación, de recapitulación, de reconsideración y de separación.
El capítulo cuarto, pues, se centra en los marcadores de explicación y de rectificación, agrupados bajo la denominación común de “operaciones de explicación y rectificación”. Siguiendo la estructura prevista, la primera sección se dedica a las relaciones de explicación y, sobre todo, a los marcadores concretos que permiten establecerlas. Estos se enumeran y se analizan de modo exhaustivo (se trata de las unidades «es decir», «o sea», «esto es&3187; y «a saber»), de nuevo con un abundante y utilísimo apoyo documental. La segunda sección, por su parte, contiene la explicación de las relaciones de rectificación y la descripción de sus marcadores (en este caso «mejor dicho», «más bien» y «mejor aún»). El capítulo concluye con una tabla ilustrativa de enorme interés para la comprensión general de las operaciones de explicación y rectificación.
El capítulo quinto se refiere a las operaciones de distanciamiento, llamadas así por la autora porque, precisamente, implican un distanciamiento entre lo dicho de modo explícito en un enunciado previo (o lo implícito en el contexto) y lo reformulado. Agrupan las restantes clases de marcadores, es decir, los marcadores de recapitulación, reconsideración y separación. Los primeros son «en suma», «en síntesis», «en resumen», «en conclusión» y «en fin»; los segundos, «en definitiva», «en resumidas cuentas», « a fin de cuentas», «al fin y al cabo», «al fin y a la postre», «después de todo» y «total», y los últimos, «de todos modos» / «de todas formas» / «de todas maneras», «en cualquier caso» y «en todo caso». Como en los capítulos precedentes, la descripción de estas unidades no solo es detallada y precisa, sino que está adecuadamente ilustrada con ejemplos reales tomados del CREA. De gran utilidad práctica resulta de nuevo la tabla final que, de modo paralelo a las anteriores, sirve de compendio.
En definitiva, la profesora María Pilar Garcés ha publicado una obra de notable interés para el estudio de los llamados “marcadores del discurso”. Con un alto grado de refinamiento ha sabido combinar los datos aportados por las obras teóricas existentes hasta la fecha con los resultados de su investigación personal, para darnos una visión más completa, coherente y clara del complejo conjunto formado por estas unidades lingüísticas y de su funcionamiento en el discurso.